sábado, 7 de julio de 2012

EL CAPITAN LOZANO. ABUELO DE RODRIGUEZ


Juan Rodríguez Lozano perteneció a la logia masónica Emilio Menéndez Pallarés, número 15 de los Valles de León y en su expediente hay dos títulos, uno que lo acredita como aprendiz y otro como compañero de la citada logia. Su nombre en la masonería era el de Rouseau (sic).

Tras la dictadura de Primo de Rivera, el 23 de abril de 1931, Rodríguez Lozano “Promete por su honor servir bien y fielmente a la República”. Y lo firma.

Tenemos ya claro que el abuelo era masón y republicano.

El abuelo dirige a Julián Zugazagoitia, director de El Socialista, una carta ofreciéndose a colaborar en el periódico “con seudónimo y sin firma”, esto último porque los militares tienen prohibido participar en la vida política y colaborar en medios de comunicación. Su colaboración, como dice, tendría por finalidad la difusión de las ideas socialistas y mantener informados a los mandos republicanos de cómo piensa cada cual en los cuarteles, qué periódicos leen y quiénes son monárquicos y quiénes republicanos y gentes de fiar. Un ofrecimiento en toda regla, de espía y de soplón.

Por el contenido de esta carta, el abuelo prestó declaración en el Aeródromo de León el 17 de noviembre de 1934. Rodríguez Lozano reconoció su autoría y añadió, a regañadientes, que tenía “grado” en la logia masónica de León.

Y, en la causa seguida contra él, tras el registro de la sede de El Socialista, se concluye que el abuelo era “informante”, es decir, espía.

El abuelo fue espía. Lo fue.

El 22 de abril de 1935 el capitán fue sancionado con ocho meses de suspensión de empleo y sueldo por falta grave tipificada en el Código de Justicia Militar.

El abuelo fue masón y espía.

Pero el abuelo no fue fusilado por su filiación masónica porque el primero de los Decretos que publicó Franco contra la masonería es de 15 de septiembre de 1936 (BOE) y ya un mes antes, 18 de agosto de 1936, Rodríguez Lozano había sido fusilado en Puente Castro (León). La historia de este fusilamiento va por otros derroteros. Tal vez una explicación válida en parte y válida en parte también para el comportamiento y las obsesiones de su nieto la hallamos en la p. 226 del libro La gran revancha donde se dice:

“Cuando un periodista de León, naturalmente de derechas, se refiere al parangón existente entre el jefe del gobierno y su mencionadísimo abuelo Juan Rodríguez Lozano, dice así en un mensaje colgado en internet: “Por lo menos, su abuelo defendía el orden instituido, no lo subvertía como el nieto”. En verdad, la afirmación es matizable: ya sabemos que el capitán ejerció de “agente doble” durante el bienio republicano que podríamos llamar de “derechas”: por un lado, participaba en la represión contra los revolucionarios de Asturias, y por otro, se ofrecía al partido Socialista como informador y hasta agitador del Ejército.”

“Cuando estalló la guerra civil, el abuelo, el capitán Rodríguez Lozano, estaba en San Pedro de Luna. -hoy San Pedro no existe porque se lo tragó el pantano- en casa de los cuñados, el panadero Manuel Hidalgo.

San Pedro, al comenzar la guerra, fue zona republicana, aunque, cerca, un poco más abajo, en la peña de Los Barrios de Luna, mandaban los nacionales.

El abuelo, teóricamente, debería estar bendiciendo su suerte porque el día del alzamiento estaba con los suyos, los republicanos, pero no fue así; su comportamiento fue ilógico, porque se marchó a zona nacional, a León.

¿Sería tan rojo el abuelo, como dice ZP, si no hacía mucho tiempo, torturaba con saña a los mineros asturianos, los rojos de verdad?

¿Tendría miedo Rodríguez Lozano a los rojos que bajarían por el valle de Luna procedentes de Asturias?

¿Tendría miedo el abuelo a los mineros y por eso huiría de San Pedro a León donde estaban los nacionales?

Su cuñado, Manuel Hidalgo, el panadero de San Pedro, debía ser nacional porque, cuando, al mes de estallar la guerra civil, San Pedro fue ocupado por los nacionales  y se estableció allí el frente, el Teniente Coronel del ejército Nacional se asentó en la casa de Manuel y no sólo no sufrió, que sepamos, represión alguna, sino que parece que había cordialidad mutua entre el Teniente Coronel y el panadero. Por ello, pensamos que su cuñado Hidalgo, el cuñado del abuelo, era nacional. Y nos volvemos a preguntar ¿cómo siendo el abuelo tan rojo como dice ZP podía ir de mil amores durante los veranos y en numerosas ocasiones a la casa de un “facha” por más que éste fuera de la familia?

¿Será que ZP, el presidente del gobierno sueña un mundo de buenos y malos y él, sin más fundamentos, asigna a cada uno el papel que a él le gustaría que hubiese desempeñado? ¿Será que Zapatero se siente iluminado y predica una idea cual Pablo de Tarso, cual cruzado en Tierra Santa, cual Pol Pot, cual Stalin?”

Bueno, esto del nieto ahora no viene al caso y vuelvo a lo de la ya más que previsible retirada de la calle al General Lafuente en León.

En la hoja de servicios del capitán Lozano, el abuelo de Zapatero, se lee que estaba a las órdenes del entonces Coronel La Fuente (hoy General Lafuente, el de la calle de León):

"En 15 de septiembre marchó por ferrocarril con su Coronel Don Vicente La Fuente Valeztena a Astorga asistiendo con el Regimiento a las Maniobras que tuvieron lugar en los Montes de León terminadas las cuales en 3 de octubre regresó en igual forma a su guarnición. En 5 de octubre y con motivo del movimiento revolucionario estallado en las provincias de Asturias y León se hizo su Coronel cargo de la Comandancia Militar de la Plaza y quedó a las inmediaciones de dicho Jefe de servicio en la misma hasta el día 12 que acompañando al citado Jefe marchó a Campomanes (Asturias) asistiendo a los reconocimientos que se verifican sobre los Montes que ocupan los rebeldes (sic), el 14 auxilia al citado Jefe en el reconocimiento sobre el poblado de Rozón (sic) siendo intensamente tiroteado el grupo de reconocimiento y quedando en el pueblo de Vega del Rey hasta el día 18 que a las Órdenes del citado Coronel que manda la Columna Centro toma parte en la operación que da por resultado la ocupación de Pola de Lena y Ujo pernoctando en este último punto y continuando al día siguiente a Mieres donde el tan repetido Jefe se hace cargo de la Comandancia Militar auxiliándole en su carácter de ayudante en las inspecciones que realiza a los pueblos de aquella zona, donde permanece hasta el 31 de octubre que regresa a su guarnición.”

Parece que entre el Capitán y su Coronel había un buen entendimiento. Ambos estaban, sin fisuras, al servicio de La República entonces con un gobierno de derechas.

He leído relatos verdaderamente terroríficos de lo de Asturias, por ejemplo, que durante la revolución de 1934 la ciudad de Oviedo quedó asolada en buena parte, que fueron incendiados, entre otros edificios, el de la Universidad, cuya biblioteca guardaba fondos bibliográficos de extraordinario valor que no se pudieron recuperar, que igual suerte corrió el teatro Campoamor y que fue dinamitada La Cámara Santa en la Catedral, donde desaparecieron importantes reliquias. Pero también he leído que la represión de los mineros cabecillas de la revolución estuvo a la altura de los desmanes entonces cometidos y que los mandos militares al unísono, La Fuente y Rodríguez Lozano, fueron en ocasiones crueles, muy crueles; tal vez, humanamente, demasiado crueles.

Y ahora el Ayuntamiento de León le quiere quitar la calle al General Lafuente porque dice que fue el delator de Rodríguez Lozano. Y, o el Ayuntamiento lo explica con razones y documentos convincentes, o pensamos que el Ayuntamiento es sectario y oportunista y… ¿Caza de brujas? ¿Un Ayuntamiento cazando brujas en el siglo XXI y en Occidente? Mi capacidad de asombro ya es casi infinita.

“Julia Lafuente, sobrina nieta del general, niega –“es mentira”— que su pariente delatara al abuelo de ZP: “En todo caso, lo que hizo fue no ayudarle” en el contexto del alzamiento. No quiere hablar con Crónica el hijo del capitán Lozano y padre del presidente, el abogado Juan Rodríguez García-Lozano. “Pero que quede claro que la petición del cambio de nombre a la calle no la ha hecho nuestra familia”. De lo que sucedió habló ya en 2006, a la revista Tiempo: “Mi padre escribió a mi madre desde prisión y le decía que no se preocupara, que según Lafuente era cosa de días”, explicaba. Aquella entrevista supuso al padre de Zapatero una regañina filial. Desde entonces, no habla sin luz verde de su hijo.” (De Crónica, 8 de marzo de 2009)

¡Qué país el nuestro! ¡Cazando brujas!

¡Qué presidente el nuestro que no deja hablar a su padre con la prensa por si resulta que su padre dice cómo cree él que fueron las cosas y resulta que la historia verdadera no está acorde con las elaboraciones míticas que Zapatero ha preparado y difundido y de las que ha vivido yo creo ya demasiado tiempo!

Garzón cazando muflones y el Ayuntamiento de León en otras cazas que también tienen muflones.

¡Esta España!

No hay comentarios:

Publicar un comentario