domingo, 30 de septiembre de 2012

El pensamiento íntimo de Julián Besteiro

A principios del mes de marzo de 1939, Madrid en poder del Consejo Nacional de Defensa, Besteiro redactó las siguientes cuartillas, expresión de su más íntimo pensamiento:

Abrir al pueblo los ojos a la verdad, pero con precaución, no sea que le irrite demasiado la luz, después de un periodo tan largo de tinieblas.

La verdad real: estamos derrotados por nuestras propias culpas —claro que el hacer mías estas culpas es pura retórica—. Estamos derrotados nacionalmente por habernos dejado arrastrar a la "línea" bolchevique, que es la aberración política más grande que han conocido quizás los siglos. La política internacional rusa en manos de Stalin, y tal vez como reacción contra un estado de fracaso interior, se ha convertido en un crimen monstruoso que supera en mucho las más macabras concepciones de Dostoiewsky y de Tolstoi. La reacción contra ese error de la República de dejarse arrastrar a la "línea" bolchevique la representan genuinamente, sean los que quieran sus defectos, los nacionalistas, que se han batido en la gran cruzada anticomintern. Pero la más grande o pequeña cantidad de personas que hemos sufrido las consecuencias del contagio bolchevique de la República, no solamente tenemos un derecho, que no es cosa de reclamar, sino que poseemos un caudal de experiencia, triste y trágica, si se quiere, pero por eso mismo muy valiosa. Y esa experiencia no se puede despreciar sin grave daño para la construcción de la España del porvenir.

Esa experiencia y la reacción de liberación consiguiente es la que representa la única legalidad subsistente en el derrumbamiento de la España republicana —la dimisión del presidente ha hecho manifiesto e indudable ese derrumbamiento que ya existía antes—. Además, el Consejo Nacional de Defensa vino a tiempo. Antes hubiese chocado con ese Himalaya de falsedades que la prensa bolchevique ha depositado en las almas ingenuas, y se hubiera estrellado. Así y todo, el choque ha existido, pero no ha sido contra una montaña ingente y dura, sino contra un montón de arena, como acumulado por un huracán del desierto. El percance, en estas condiciones, no ha tenido proporciones tan graves y ha podido ser superado. Si el acto del 4 de marzo no se hubiese realizado, el dominio completo de los restos de la España republicana por la política del Comintern, hubiera sido un hecho y los habitantes de esta zona hubiesen tenido que sufrir probablemente durante algunos meses, no sólo la prolongación criminal de la guerra, sino el más espantoso terrorismo bolchevique, único medio de mantener tan anormal ficción, contraria evidentemente a los deseos de los ciudadanos.

El drama del ciudadano de la República es éste: no quiere el fascismo; y no lo quiere, no por lo que tiene de reacción contra el bolchevismo, sino por el ambiente sectario y pasional que acompaña a esa justificada reacción (teorías raciales, mito del héroe, exaltación de un patriotismo morboso y de un espíritu de conquista, resurrección de formas históricas que hoy carecen de sentido, en el orden social antiliberalismo y antiintelectualismo enragés, etc.). No es, pues, fascista, el ciudadano de la República, con su rica experiencia trágica. Pero tampoco es, en modo alguno, bolchevique. Quizás es más antibolchevique que antifascista, porque el bolchevismo lo ha sufrido en sus entrañas, y el fascismo, no. ¿Cómo este interesante estado de ánimo y esta rica experiencia pueden contribuir a la edificación de la España de mañana? He aquí el gran problema. Porque pensar en que media España puede destruir a la otra media sería una nueva locura que acabaría con toda posibilidad de afirmación de nuestra personalidad nacional, o mejor, con una destrucción completa de la personalidad nacional, peligro que hemos corrido y del cual hemos escapado, al parecer, poco menos que de milagro.

Para construir la personalidad española mañana, la España nacional, vencedora, habrá de contar con la experiencia de los que han sufrido los enormes errores de la República bol-chevizada, o se expone a perderse por los caminos extraviados que no conducen más que al fracaso. La masa republicana útil no puede pedir, sin degradarse, una participación en el botín. Pero sí puede y debe pedir un puesto en el frente de trabajo constructivo.

¿Cuál puede ser la estructura de la nueva España y cuál puede ser su posición en la vida internacional? Probablemente la estructura de la nueva España será la que imponga un régimen de trabajo fecundo, que respete al trabajador, pero le exija el cumplimiento del deber. Ante la jerarquía del trabajo productivo, todas las demás jerarquías, si no habrán nece-sariamente de desaparecer, tendrán por fuerza que resignarse a ocupar una posición subal-terna. Una nación y un Estado estructurado de este modo, ¿qué conexiones habrá de tener con las demás naciones y los demás estados?

Para resolver este problema habrá que tener en cuenta que España es un país complejo. Somos latinos, pero somos también iberos, celtas y moros. Lo cual quiere decir que estamos obligados a sostener relaciones de fraternidad con las naciones latinas (Francia, Italia, América); pero que los problemas africanos —sin perder la cabeza— no pueden sernos in-diferentes, y que la vida cultural, económica, social y política de Inglaterra y de Alemania debe ser para nosotros objeto, no sólo de consideración, sino de constante respeto y de ins-piración. Por fortuna, parece que la política europea camina hacia un bloque de naciones que empieza en Ror"a y, pasando por Londres, acaba en Berlín, si no es que acaba en el extremo de los estados bálticos; pero, en todo caso, con exclusión de la Rusia staliniana y, por lo menos, con su puesta en observación con precauciones de lazareto.

Si ese bloque, suprema garantía de la paz y de la prosperidad de Europa, se formara y en él entrara Francia (como seguramente entraría), los problemas de política exterior quedarían felizmente simplificados para la España del porvenir.

Solamente habría que añadir a este cuadro una nota de singular interés. Esa nota se refiere a la nación hermana y vecina nuestra, que con nosotros ocupa el viejo solar ibérico: Portugal.

Portugal, desde el punto de vista nacional e internacional, ha progresado mucho. Con el más profundo y sincero respeto a su independencia nacional, el conocimiento y el interés recíproco de las dos naciones ibéricas es una condición precisa del desarrollo de nuestra fuerza vital y de la definición de nuestra personalidad en el mundo.


Dos telegramas interesantes

Perdida Cataluña, Trifón Gómez, Director General de Abastecimientos, se trasladó a Ma-drid desde París, en donde fue objeto de una cena de despedida en el restaurante Zatoste, que organizamos un grupo de socialistas españoles. Era objeto de su viaje organizar el reparto de víveres entre el ejército y la población civil leales a la República en las zonas Centro y Levante. Apenas si pudo entrar en relaciones con Besteiro, porque encontrándose en el despacho oficial del gobernador civil de Madrid, José Gómez Osorio, con el que estuvo muy compenetrado, ambos fueron detenidos y encarcelados en El Pardo hasta el final de la sublevación iniciada por los comunistas contra el Consejo Nacional de Defensa. Normalizada la situación, Trifón regresó a París, de acuerdo con Besteiro y demás consejeros, para acelerar el envío a Madrid de cuanto estuviera dentro de sus posibilidades. Apenas llegado a la capital francesa recibió el siguiente telegrama, que tiene indudable interés por la fecha y por la preocupación que revela su contenido:

Julián Besteiro a Trifón Gómez.—C.A.M.P.S.A. Gentibus, París.—Deseamos realice dos gestiones urgentes: Primera. Cablegrafiar a Washington, embajada española, advirtién-dole puede comunicarse con usted por cablegrama, que usted me transmitirá cifrado. Las claves que posee Fernando de los Ríos no las tenemos nosotros. Usted se comunicará con-migo por la clave C.A.M.P.S.A. Gentibus.—Segunda. También necesitamos urgentemente se ponga en comunicación con embajador de Méjico en París, y le ruegue en nuestro nombre nos proporcione información concreta acerca ayuda que Méjico puede prestarnos admitiendo emigrados de esta zona en momento liquidación. Es este asunto fundamental para nosotros, dadas circunstancias actuales. Abrazos.—Besteiro.

Besteiro estaba decidido a no abandonar Madrid, pero sentía enorme preocupación por ayudar a que se salvaran cuantos estaban en peligro en las zonas Centro y Levante. Este telegrama es un nuevo timbre de gloria para la memoria de aquel integérrimo luchador.
El poeta Juan Ramón Jiménez envió a Besteiro el siguiente radiotelegrama, de interés por tratarse de una personalidad distanciada de los partidos políticos:

Radiotelegrama vía transradio española.—62 Miamiflo 11 11 1202 0545 S/L GNZ.—Julián Besteiro, ministerio Estado, Madrid.—Nuestra adhesión confiada.—Juan Ramón Jiménez.


Dos despedidas

Regina García fue propagandista del Partido Socialista en los años de la República. Era oradora y escribía con facilidad. Estuvo a punto de salir diputada a Cortes en las últimas elecciones. En nombre de la Unión General vino a Ginebra en reuniones de la Oficina Inter-nacional del Trabajo. Durante la guerra civil hasta dirigió algún periódico diario. Se quedó en Madrid, y ha escrito un libro, Yo he sido marxista, en el que describe los últimos momentos de la República, al que pertenecen estos párrafos:

—Y usted, profesor, ¿qué piensa hacer? —pregunté con manifiesta indiscreción.

Besteiro se irguió en su alta estatura, y con aquella sonrisa suya, que era más triste que la misma seriedad, respondió:

—Yo, que nunca dije "O nos salvamos todos o todos perecemos", me quedaré con los que no pueden salvarse. Es indudable que facilitaremos la salida a muchos compañeros que deben irse, y que se irán por mar, por tierra o por aire; pero la gran mayoría, las masas nu-merosas, ésas no podrán salir, y yo, que he vivido siempre con los obreros, con ellos seguiré y con ellos me quedo. Lo que sea de ellos será de mí.
Me conmovió aquella lealtad a una vida rectilínea, consecuente con sus postulados. Don Julián no era de los que tenían unas ideas para la propaganda y otras para su uso particular. Le tendí la mano, emocionada.

—Usted se irá con Carrillo, ¿no es eso? —me preguntó.

—No, profesor. Yo también me quedaré.

—Usted, ¿por qué? —protestó Besteiro. Usted es una mujer y no debe sufrir los embates que se avecinan. Vayase, Regina, se lo aconsejo. No se quede aquí.

Don Rafael Sánchez-Guerra fue auxiliar eficaz del coronel Casado, a cuyas órdenes se puso en Madrid. Era concejal del Ayuntamiento elegido el 12 de abril, y fue secretario del presidente de la República, don Niceto Alcalá-Zamora. En París escribió Mis prisiones, con la sinceridad y agresividad características en su autor. Hay en ese libro muchos trozos dignos de divulgación. He aquí uno de ellos:

Me despedí igualmente de Julián Besteiro, pero con más emoción que cuando nos sepa-ramos en la prisión de Porlier. No sé por qué, tenía el presentimiento de que no le volvería a ver más. Noté que Besteiro estaba igualmente emocionado. Se leía en sus rasgos una gran melancolía y hasta tristeza. Jamás olvidaré este último momento. Siempre he sentido más impresión ante la pena de un espíritu altivo que ante el dolor de temperamentos pusilánimes. Condenado algunos días más tarde a esta misma pena de reclusión perpetua, en julio fue trasladado al convento de los padres trapistas de Dueñas, y de allí a Carmena, donde falleció en 1940 a consecuencia de un envenenamiento de la sangre mal cuidado. Guardaré siempre de Besteiro el ejemplo de su conducta, de su austera dignidad de ciudadano y de prisionero y el recuerdo de este abrazo casi paternal que me dio cuando salí de la cárcel del Cisne. Las palabras del "L'Exile de mon Cid" parecían haber sido escritas por él: "¡Qué buen vasallo sería, si tuviera un señor leal!" [Qué gran patriota! ¡Qué magnífica figura de apóstol! ¡Qué español más digno! ¡Qué buen gobernante hubiera podido ser en un pueblo menos apasionado que el nuestro, si hubiese existido en España, en época que nos parece lejana, un sistema político como el de los ingleses, donde los socialistas, cuando triunfan en las urnas, son llamados al poder por un rey constitucional y demócrata...

El cainismo español

¿Qué hará falta entre españoles para merecer el respeto de las gentes? Años después de que Besteiro hubiera muerto en una cárcel franquista, los comunistas y sus compañeros de ruta organizaron un Congreso internacional por la paz. En aquel acto casi todos eran intelec-tuales y algunos de fama mundial. La delegación española estaba maniobrada por los comunistas Montiel y Races, el mismo que siendo subsecretario del ministerio de Instrucción Pública, en Valencia, se había dirigido a Besteiro en los términos que hemos reproducido anteriormente en carta oficial que le remitió a Madrid.
Hubo una moción estigmatizando la dictadura franquista, muy aplaudida por los congresistas. Iba en ella la relación de víctimas del fascismo español. Era una lista selecta, pero no estaba Julián Besteiro. Los señores Giral y Castro se indignaron contra esta felonía de sus otros colegas de representación nacional, aunque no política. Los comunistas no podían incluir a Besteiro entre las victimas de Franco nasta que iálann les autorizara a ello. ¡Qué vergüenza y qué tristeza!
Con razón pudo escribir don Salvador de Madariaga lo que sigue, adivinando la felonía que hemos descrito:

"Como símbolo de este espíritu postumo de guerra civil en que vivían los rebeldes victoriosos, cabe mencionar la condena a treinta años de presidio de don Julián Besteiro, el gran ciudadano español que gozaba del respeto, afecto y admiración de todas las ciases sociales. Con la tristísima excepción de algunos correligionarios suyos en marxismo que han deshonrado su pluma intentando injuriar a quien vivió, pensó y obró muy por encima de ellos.

¿Se quiere una definición de Besteiro? He aquí lo que escribió Loweil:

"La única prueba concluyente de la sinceridad de un hombre es la abnegación con que personalmente se sacrifica por un ideal."

Y como réplica a la conducta de esos españoles que en un Congreso de intelectuales dei enseres de la paz borran el nombre de Besteiro de la lista de mártires del fascismo español, éste podría repetirles, si viviera, el siguiente pensamiento de Uowper:

"Un hombre bien criado, modesto y sensible, no será capaz de insultarme, y los demás no lo conseguirían aunque lo intentaran."

Joaquín Costa, que de haber tenido más fe en sí mismo y en el pueblo español hubiera consolidado su obra de pensador genial, en 1900 escribió:

"Lo que España necesita y debe pedir a la escuela, no es precisamente hombres que sepan leer y escribir; lo que necesita son "hombres'; y el formarlos requiere educar el cuerpo tanto como el espíritu y tanto o más que el entendimiento, la voluntad. La conciencia del deber, el espíritu de iniciativa, la confianza en sí propio, la individualidad, el carácter.

Esa fue la obra de Besteiro, y eso fue Besteiro, representado igualmente por este párrafo sustancioso de don José Ortega y Gasset:

"¿Qué significa lo que llamamos un hombre íntegro sino un hombre que es enteramente él, y no un zurcido de compromisos, de caprichos, de concesiones a los demás, a la tradición, al prejuicio?"

Admirable definición de un hombre íntegro, esto es, de Julián Besteiro. Mejor, sería difícil hacerlo.

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