domingo, 24 de febrero de 2013

A POR ELLO.

Un pueblo que desconoce su historia es un pueblo que está condenado al fracaso. Los enormes despropósitos que hemos construido son hoy los cimientos en los que descansa nuestro esperpéntico país. La variante absolutista que domina el sistema político español es una ingeniosa máquina cuyo engranaje fue plasmado en nuestra última Constitución de 1978, con el beneplácito de un pueblo desconocedor de que cualquier atisbo de progreso sería catalogado como acto de fe. 


La casta política, que salvo honrosas excepciones, malinterpreta su función pública, configura las cámaras mediante un curioso sistema electoral que en demasiadas ocasiones desvirtúa el peso real de las urnas. Juran la constitución al tomar posesión de sus cargos pero, sin embargo, necesitan un Tribunal Constitucional que vele por su trabajo, el cual funciona a criterio del que más “amiguetes” coloque en éste. Análogamente, la justicia, que está empadronada en un Consejo llamado del Poder Judicial, es también nutrida por el dedo político, quedando por tanto, anulada su independencia, coyuntura ésta que nos recuerda las inquietantes palabras pronunciadas por Alfonso Guerra a finales de 1983, “Montesquieu ha muerto”. Este exvicepresidente del gobierno y diputado por Sevilla, aún ejerce como tal, aunque con su dilatada experiencia podría haber encontrado acomodo en otra genialidad constitucional, el Consejo de Estado, cuya creación estuvo más que justificada por los gobiernos al verse estos huérfanos de innumerables asesores. 


La capacidad legislativa corresponde a los profesionales de la política que, haciendo bueno el dicho de divide y vencerás, convierten la sociedad que dicen representar en leales siervos que manejan a su antojo. Cuando no calculan bien esa división y ningún “ilusionista” consigue la mayoría absoluta, el maná cae del cielo para cualquier minoría que, salivando como el perro de Páulov, aguarda la llegada de un pacto que incluya suculentas ofertas económicas y competenciales. No hay mayor ciego que el que no quiere ver, sin embargo, este modelo debe preocuparse de sumar al menos las dos terceras partes de ambas cámaras, pues de lo contrario, algún partido de los recientemente catalogados como estrafalario, podría desmontar este maravilloso circo del que Alí Babá estaría tan orgulloso. 


Dependiendo de las Cortes, es decir, de sus eminentes señorías, encontramos el Tribunal de Cuentas, que gracias a su indiscutible buen hacer, corrobora y da su visto bueno a cuantos desmanes, despilfarros y atrocidades financieras puedan ejercer los gobiernos, pues no debemos olvidar, que sus miembros son también elegidos, con excelente criterio, por aquellos de quien dependen. 


La misión de promover la acción de la justicia en defensa de la legalidad, en otras palabras, la misión de decidir qué investigar, cuestión que frecuentemente es sustituida por, dónde hacer la vista gorda, está encomendada al Fiscal General del Estado, cuya figura es escogida, sin ruborizarse lo más mínimo, directamente por el Gobierno, para que de esta manera no quede ningún cabo suelto. 


Existe la constancia de que cuanto más separados estén los poderes de un estado más posibilidades tiene de crecer económico y socialmente. Si nuestros problemas no han dejado de crecer desde los tiempos de nuestro infausto Fernando VII y somos conscientes de ello, ¿Por qué no somos capaces de ponerle solución, y de esta manera, no permitir que nuestra siguiente generación herede tan indeseable contexto social y económico?. 


Y para concluir, ¿Saben que se erige en la actualidad en el lugar que ubicaba el devastado convento del Espíritu Santo?. Efectivamente, el Congreso de los Diputados. 




REGENERACION. 


Nuestras acciones diseñan la historia pues es en ésta donde dejan su impronta. El primer artículo de nuestra Constitución define a España como un estado social y democrático de derecho y, sin embargo, la realidad dibuja un estado dividido, una sociedad permisiva con la corrupción, una democracia de guante blanco, una justicia con una desmesurada agudeza visual y, para cuadrar el círculo, demasiados medios de comunicación colaborando en tan pavoroso escenario. 




El desprecio a su cargo con el que actúan los profesionales de la política es directamente proporcional al esfuerzo económico que deben soportar unos españoles que han oído de los titulares de Economía hablar de ésta como lo haría Gregor J. Mendel de sus trabajos, al ver en ella brotes verdes y afirmar que sus medidas darían sus frutos. Extraordinario éxito el del monje agustino cuyo descubrimiento deja patente que el gen de la corrupción es dominante en la política española, la cual, a la vez que presenta esta característica como inherente seña de identidad, parasita una mórbida administración que es alimentada por la ceguera social de aquellos a los que representa. Inaceptable es haber visto proliferar multitud de cajas de ahorros que sin sonrojo alguno, son acaudilladas por políticos retirados. Un negocio redondo para arruinar el país, pues han aplicado la misma receta envenenada al dinero público y al privado. Incalculable la cifra de euros que ha sido y está siendo apropiada indebidamente con la más absoluta impunidad. Es ya una condición escandalosamente imprescindible que la auténtica justicia aparezca para que depure cuantas responsabilidades existan en el conjunto de toda la sociedad. 




Del mismo modo que Paul Von Hindengurb, un muy anciano y aún más manipulable presidente de la República de Weimar, nombraba Canciller al líder del Partido Nacionalsocialista Alemán de los trabajadores, Adolf Hitler, un 30 de enero de 1933, y a la muerte del octogenario, un año después, el Füher concentrara todos los poderes ante la impasible mirada del pueblo germano, nuestra indecente casta política aplica el mismo patrón sin más intención que su interés particular, ninguneando a un pueblo que controla desde las escuelas y los medios de comunicación. Este insultante modelo mafioso que configura a nuestros gobernantes no puede pretender chantajearnos con el absurdo pretexto de mantener la paz social. No debemos permanecer impasibles permitiendo que esta clase de políticos haga leyes que posteriormente apliquen los jueces para desacreditarnos como sociedad coherente con los principios democráticos de convivencia. 




Es imperiosa una regeneración social pues, a diario, vemos vestigios de nuestros errores, que de momento y por fortuna, no son tanques Tiger. Ésta será una realidad cuando seamos francamente intolerantes con la injusticia, con la corrupción, con todo aquello que no nos trate en un plano de igualdad a todas las personas; cuando entendamos verdaderamente qué significa tener libertad al ser ésta ejercida bajo leyes justas hechas y promovidas por el conjunto de nuestra sociedad; cuando retomemos los valores que nunca debimos despreciar y pensemos más en la siguiente generación que en la nuestra. Los españoles tenemos mucho trabajo por delante, y como dice nuestra Constitución, no se trata de solo un derecho, es un deber. 
¿Recuerdan con qué nombre fue conocida en España la única novela, que sería llevada con gran éxito a la gran pantalla, de la generosa escritora Margaret Mitchell? Muy bien, Lo que el viento se llevó.Pues que pronto podamos decir lo mismo de los malos políticos y la corrupción. 




Clase política 


Los españoles, indiscutiblemente dotados para la generación de conflictos… La generación, que teníamos 14, 15 años a la muerte de franco, nos encontramos con una serie de indudables ventajas. Entre ellas podemos destacar la creación de leyes que contemplaban el contrato de trabajo, vacaciones retribuidas, maternidad para las mujeres trabajadoras, garantías sindicales desde el 26 de enero de 1944, la paga extraordinaria de Navidad desde el 19 de noviembre de 1944, la paga extraordinaria de Julio desde el año 1947, el reconocimiento de los accidentes de trabajo desde el 22 de junio de 1956, seguro de desempleo desde el 2 de abril de 1961, la Ley de Bases de la Seguridad Social desde 28 de diciembre de 1963, hospitales, ambulatorios, pantanos, centrales hidroeléctricas, térmicas, nucleares, y una EGB que sirviera de pilar para sostener y mejorar una sociedad que parecía haber aprendido de sus errores. Desgraciadamente no ha sido así. 


Por cierto hay quienes piensan que lo anterior lo trajeron los socialistas, apostaría que algún alunno de la LOGSE, asi lo cree, pero vamos a lo que vamos…. 


Empeñados en que palabras como Libertad, Igualdad y Justicia, no encajen en la sociedad española, somos incapaces de desarrollar leyes que las integren en su ordenamiento jurídico. La insufrible casta política, principal responsable de esto, ignora que el pilar básico de una sociedad es la Educación. Inadmisible es contemplar como la venda de la justicia es pisoteada y puesta a su servicio. Esa libertad de la que carecíamos en la dictadura ha sido convertida en un peligroso libertinaje que compromete a las siguientes generaciones. Aunque lo que sí parecen entender es la igualdad en el astronómico nivel de corrupción al que pueden llegar. 




Miles de millones de euros han “desaparecido”. Hay que buscar culpables. Fácil, los funcionarios. Hay demasiados y cobran mucho. Pero, ¿quien es funcionario de carrera?, y ¿Cuanto ganan?. Veamos, según el artículo 62 de la ley 7/2007, del Estatuto Básico del Empleado Público, la condición de funcionario de carrera se adquiere por el cumplimento de, entre otros requisitos, la superación de un proceso selectivo. La creación de empresas públicas, agencias y demás organismos paralelos a la administración para dar cobijo a personas que mediante ley pasan a equipararse a un funcionario de carrera vulnera la ley, aunque para alguien que vulnera hasta la constitución eso no debe ser un verdadero óbice. Sigan asfixiando al funcionario, muchos de los cuales, tras un duro periodo de su vida estudiando, consigue una plaza en algún lugar de España. Parece que ganarse la vida honradamente en este país no esta bien visto. 




Una sugerencia: visto lo visto en los 17 mini-estado con sus caudillos correspondientes, recuperen todas las competencias si hace falta antes que, ni un euro mas de los bolsillos de la ciudadanía, ( y otra cosa ``papa Estado para el comunismo , mi dinero lo gestiono yo en mi bolsillo mejor que papa Estado), disuelvan las Comunidades Autónomas y que todos los funcionarios pasen a ser estatales a tres niveles, de ayuntamientos, de diputaciónes, y del Estado. Mismas pruebas de acceso y mismo sueldo para cada nivel facilitando la movilidad interministerial y geográfica. Instauren medidas eficaces para la creación de empleo y verán como el problema del número de funcionarios deja de serlo, de ser cierto que los que han accedido por medio del artículo referido en el párrafo anterior exceden del número necesario. 


A ustedes, a la clase política, sin embargo, no parece que les preocupe que sean casi medio millón así como que no haga falta ningún requisito para formar parte de este insoportable gremio del que el Barón de Montesquieu jamás formaría parte. 




¿Saben que otra obra del escultor francés Frédéric Auguste Bartholdi sería obsequiada a los Estados Unidos para conmemorar el centenario de su Declaración Independencia? Correcto. La Estatua de la LIBERTAD. 


En la primavera de 1985, un recién elegido presidente de la Unión Soviética, Mihail Gorbachov, anunciaba un estancamiento de la economía de su país. 


Felipe González el que con su firma, en el Palacio Real de Madrid, certificaba nuestro ingreso en una Comunidad Económica Europea que ya había acogido cinco años atrás al país que inventó la democracia, Grecia. Supresión de aranceles y aduanas, IVA, directivas, fondos estructurales…., nuevos conceptos que asumir al que seguirían otros que, según nuestros políticos, habrían de hacer de España un país definitivamente Europeo. Por entonces, casi un tercio de la población española aún no había nacido, y se estaba preparando para ellos una nueva ley “Educativa”, la ESO. La CEE terminaría denominándose Unión Europea, formulando con este término una utopía que desde los tiempos de Carlomagno, pasando por Carlos V, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, hasta llegar a nuestros días, nadie había podido conseguir. 


España unida a Europa. No sólo físicamente, ahora, social y económicamente. Pero con una Constitución que nos separa. Más del 70% de los españoles no pudimos votar, por razones de edad, una Constitución que dedica su título octavo a organizar el Estado en “supuestos” territorios históricos, dotándolos de una serie competencias, o estructuras de Estado, que hacen muy difícil la comprensión de los artículos 139.1 y 145.1, que citan respectivamente, “Todos los españoles tienen los mismos derechos y obligaciones en cualquier parte del territorio de Estado” y “en ningún caso se admitirá la federación de Comunidades Autónomas”. Con la competencia de educación en sus manos este brillante invento se transformaría con el tiempo en un excelente negocio. 


Con media docena de millones de parados, una deuda monstruosa, sólo comparable con el nivel de corrupción de nuestras instituciones, una separación capciosa de Poderes y una clase social económicamente asfixiada, la solución para algunos es federalizar España. Pero, ¿Qué quieren federalizar? Supongo que los territorios de los que D. Juan Carlos I de España es Rey. Muchos presidentes autonómicos se quedarían sin territorio que “gobernar” si esto ocurriera. 


Los políticos han sido los que han manejado la economía de España. Con sus leyes, decretos y reglamentos han hundido el país y ahora están pasando la factura al pueblo. Con ímprobo esfuerzo, puede que esa factura se liquide en esta década. Pero, ¿Qué parte del PIB nos cuesta mantener este opíparo modelo de Estado?, ¿Y qué parte de éste nos cuestan los políticos? ¿Sería posible otra manera de enfocar la solución a los problemas de España, uno de los cuales son sus mismos políticos? Me pregunto cómo sería España si al parlamento que inauguró Isabel II solo pudieran acceder democráticamente personas con un gran nivel de preparación y estudios para ello, contrastados con una vida laboral, con el propósito de defender los intereses nacionales. Que éstos estuvieran respaldados por un patrimonio, propio o avalado, que implique responsabilidad y consecuencias por sus decisiones. ( que te equivocas, lo pagas de tu bolsillo), anda que no andarían listos…. Que análogamente cada provincia eligiera a su gestor (presidente de diputación), para administrar los recursos de ésta, puestos debidamente a su disposición una vez aprobados los presupuestos generales del estado. 


Este modelo no es una vuelta atrás.( pero ya saldrían los supuestos ``progres´´diciendo que es la vuelta a municipios franquistas) ¡ ja¡ lo que se acaba es la sopa boba para el que no siente la verdadera política que es servir al ciudadano no servirse de la política…Hasta el hijo de una modista puede ser gobernante si siente la política y esta preparado para ello. Es un modelo que nos une, para progresar y ser competitivos, para construir una sociedad ejemplar, donde no sólo destaquemos en los deportes, que lo hagamos en medicina, en ciencia, en investigación, en cualquier campo. Es posible. Conectemos juzgados, comisarías de policía, cuarteles de la Guardia Civil, hospitales... Limpiemos bosques y plantemos otros nuevos. Dejemos de adoctrinar y politizar las Universidades, vinculémoslas al mercado laboral, abaratemos las cuotas de autónomos, favorezcamos el desarrollo de nuestras patentes… que no nos digan que no quedan soluciones. Hay numerosas en esta dirección. 


La inmensa mayoría de los españoles queremos vivir en democracia, pero seamos cautos. René Descartes en el siglo XVII nos dejó esta cita, “Pienso luego existo”. Quizá esta reflexión intemporal nos ayude a entender el significado y el alcance de la palabra democracia.

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