domingo, 13 de noviembre de 2011

ALDEBARAN10

ELECCIONES

J. Cabeza

Estamos en tiempos de elecciones y me vienen a la memoria unas elecciones bastantes anómalas como lo fueron las de febrero de 1936. Gracias a Dios hoy el estado de derecho y los ciudadanos tenemos una madurez que jamás permitiríamos los sucesos acaecidos en aquellas fechas, no obstante,  es bueno recordarlos antes que por ley, por decreto, borren de las aulas y las universidades  el derecho a que nuestros hijos  sepan la historia real de su país. Bien es cierto que todavía quedan muchísimos historiadores con sentido del honor y de responsabilidad. Pero volvamos ya a aquel febrero del 36 donde ocurrieron los siguientes hechos.

Dieron mayoría de escaños aunque no de votos a la coalición del frente popular (coalición de los mismos partidos que habían protagonizado una revolución armada en el 34 contra la propia república que habían ayudado a instaurar).

A partir de ese momento la democracia marchó al garete, zarandeada por un caos de violencias e ilegalidades. Fruto de esas políticas surgió un doble poder, el gubernamental y el impuesto por los revolucionarios en la calle, reflejando un verdadero caos social que se cobró más de 300 muertos en cinco meses (desde febrero a julio), huelgas salvajes y a menudo también sangrientas,  intensa agitación de milicias, etc… La derecha pidió reiteradamente al gobierno que hiciese  cumplir la ley, Azaña temeroso de que esa revolución se volviera  contra él, anduvo en dudosa legalidad y las peticiones fueron recibidas reiteradamente en el Parlamento con insultos y amenazadas de muerte reflejadas en las mismas actas.

Un gobierno así deja de ser  legítimo, pero muchos historiadores así entienden la democracia. Hasta julio del 36 las derechas mantuvieron una actitud mayoritariamente legalista y democrática: no replicaron con violencia a las agresiones e incendios de Mayo del 31, ni intentaron derrocar el gobierno Azañista, pese al hostil comportamiento de éste hacia ellas. La excepción de Sanjurjo siempre invocada, fue una rebelión de un sector minoritario de ella. Otro tanto cabe decir del segundo bienio de la república ante el lanzamiento de la revolución del 34 por las izquierdas, la derecha en el gobierno defendió precisamente la democracia y la legalidad republicana. En demostrativo contraste, cuando la derecha se sublevó a su vez en Julio del 36, el gobierno izquierdista no defendió la Constitución, acabó destruyéndola.

Estos hechos nada cuentan para quienes dicen analizar la historia, pero prueban, que en fin, las derechas no se alzaron en julio del 36 contra un gobierno legítimo, sino contra un gobierno y unas fuerzas que habían asaltado la legalidad republicana en el 34, luego vuelto el poder en circunstancias anómalas y con un programa destinado a impedir la alternancia en el poder y a continuación habían sumido al  país en el caos y la violencia por los continuos ataques de la izquierda a las reglas democráticas.

La perversión del concepto y el lenguaje estalinista llama a esto solo errores, mientras consideran crímenes las transgresiones si provienen de la derecha. Como se recordará “Stalin amaba tanto a la democracia que hasta la quería popular”.

A esta perversión intelectual llegan algunos historiadores quizás porque su concepto de base no es democrático.

No sólo Largo Caballero o la Pasionaria estaban convencidos de que la democracia burguesa debía desembocar por las buenas o por las malas en la dictadura del proletariado. Azaña y Prieto también convencidos de que la república sólo valía si la gobernaban los republicanos (es decir, ellos mismos). Si la gente se empeñaba en votar a los enemigos del pueblo, peor para ellos. Ese modo de pensar sustentó la violencia y la rebelión contra el dictamen de las urnas en 1933 donde ganaron las derechas, que no secó hasta la insurrección del 34 y siguió con el caos desde febrero hasta  Julio del 36.

La pretensión de que algunos partidos son obreros queda desmentida, cuando han llegado al poder han privado de derechos a obreros y a burgueses. En una democracia los partidos presentan sus programas y soluciones a los problemas sociales, y son sus resultados y no un apriorístico carácter de clases el que puede orientarnos sobre su significación.

El movimiento revolucionario de las izquierdas viene de su raíz de pensamiento pues muchos de sus dirigentes concebían la república sólo como un paso intermedio hacía un régimen de dictadura proletaria, era la postura predominante  también en el Psoe, que pronto marginaría al sector democrático y reformista de Besteiros.

Azaña llegó al poder con el plan de estimular los movimientos revolucionarios pensando encauzarlos a favor de sus reformas, terminó siendo arrastrado por ellos. Las reformas en su mayoría mal concebidas, fracasaron y su promotor perdió las elecciones en el 33. Luego en el 36, junto con Prieto formó el llamado frente popular, el cual le arrolló y le impidió gobernar. Y fue él a través de Giral, quién dio el tiro de gracia a la república, armando a los sindicatos.

Para Julio del 36 nadie creía que en España pudiera funcionar la democracia, la causa: quienes habían invocado tal régimen habían sido quienes más sistemáticas y brutalmente habían vulnerado sus normas desacreditándolas radicalmente.





…. Pronto en mi blog colgaré los diferentes puntos de la Ley de Memoria Histórica….

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