lunes, 10 de octubre de 2011

Aldebarán 5

¿PROGRESISTAS?


“Yo pensaba que los intelectuales amaban, sobre todo, la verdad, pero he comprobado que muchos de ellos prefieren popularidad.”
                                                                                          (Beltrand Russell)
Gracias a una manía que tengo y que no pienso a corregir: la de releer en verano todo aquello que te haya dejado algo en la cabeza, y tocó a Joaquín Leguina. No me sorprendo de coincidir en muchas cosas de las que relata. Sobre todo a decir las cosas como son,  para otras, ya están El País, Público y los medios de Prisa.
Como dice él: nos hemos ido acostumbrando al sectarismo político, cuyo feroz impulso sólo puede deberse a la demagogia, no sólo ha invadido la política, también la judicatura y la prensa. La recusación del sectarismo se ha convertido en una obligación cívica, ejemplos muchos: la reacción entre las filas llamadas progresistas ante el procesamiento de Garzón se sumaron los diligentes de los dos grandes sindicatos, evidenció la existencia de un movimiento revisionista respecto a la transición democrática. En contra de la ejemplaridad de esta, los contestatarios, ponían en solfa las bondades de ésta, llegando a denunciar como cobardes una de las piezas claves en aquella aventura democrática: la Ley de amnistía de 1977.
El discurso, estaba servido el conjunto de la izquierda frente a una derecha heredera del franquismo, pero a mi juicio, la mayor parte de este discurso, es maniquea y censora.
Álvarez Junco escribía en El País: Escribir sobre la República, la Guerra Civil, el Franquismo o la Transición puede muy bien ocurrir que termine siendo declarado traidor a alguna causa sagrada. La cosa no es nueva, es algo llamado intolerancia; la intolerancia sectaria trae aparejado un evidente deterioro.
Decía Manuel Arias Maldonado que buscar en nosotros, en España una conversación política donde se persigue la verdad, en lugar de la mera adhesión a la trinchera propia y aquí, precisamente, reside el problema…
O sea, para transmitir información correcta.
Cuando Franco murió el 20 de Noviembre de 1975 expertos de varias extraciones dijeron que entre nosotros prevalecerían los enfrentamientos cainitas, pero los líderes de aquel momento optaron por lo contrario, el método fue la concordia y el resultado una constitución social y políticamente avanzada, y además consensuada por todas las fuerzas políticas.
El PCE dirigido por Carrillo hacía 20 años que venía predicando la reconciliación nacional (Reunión de Munich 1962). Por su parte, el bando franquista estaba escindido, y esa ruptura se agudizó a partir de la revolución de los claveles portuguesa. No resultó por tanto tan sorprendente que unos y otros estuviesen dispuestos a ponerse a pensar.
La Iglesia Católica puso también su voluntad en aquella reconciliación. Fue en este ambiente de concordia (o deseo de concordia) con todos los partidos y sindicatos ya legalizados en el que se celebraron en España las primeras elecciones 15 de Junio de 1977. Y en Octubre del 77 la amnistía de todos los actos de intencionalidad política ( articulo uno) una amnistía que extendía y completaba las medidas anteriores en dos decretos leyes en 1976-77.
Esa fue la amnistía que ahora se pretende invalidar como si hubiera sido consecuencia de las imposiciones de unos sobre otros.
Dice Leguina: Quiero dejar claro mi posición acerca de la transición para negar, en primer lugar, aquella supuesta amnesia y reivindicar no el olvido, sino “echar al olvido”.
Ya antes de la muerte de Franco los contactos, encuentros y acuerdos entre aquellos que habían sido franquistas y los viejos y nuevos partidos de la oposición habían considerado unánimemente la necesidad de una amnistía, como paso previo a la apertura de un proceso hacia una Constitución Democrática. Lo cual equivalía a entender la amnistía como un cierre.
El mismo día que abrieron las Cortes en 1977, Carrillo opinó que aquellas Cortes tenían como primer objetivo culminar el proceso de reconciliación de los españoles como una amnistía.
Lo ha explicado con claridad Álvarez Junco en un artículo en el 2010: Pactos hubo muchos, pero no de silencio.
Hubo amnistía precisamente porque se recordaba demasiado bien aquel pasado sucio y se decidió echarlo al olvido, no utilizarlo políticamente, aceptando las responsabilidades de todos. Sobre Guerra Civil y Franquismo, hubo a lo largo de aquellos años libros, memorias, artículos, coloquios, películas, novelas, hubo exhumaciones de fosas difundidas en revista de gran tirada.
Y ahora, sin embargo, hay autores que proclaman ser los primeros en hablar de estos temas, que eran desconocidos por los españoles porque estaba prohibido investigar o publicar sobre ellos. Al revés. Todos los recordaban, se referían a ellos sin parar. Pero como modelo negativo. Para explicar esta generosidad que ahora tanto se critica es preciso mostrar que esa generosidad fue mutua.
Marcelino Camacho dijo, estamos resueltos a marchar hacia adelante por la vía de la libertad y la Paz y el Progreso. No queremos recordar ese pasado, porque hemos enterrado a nuestros muertos y nuestros  rencores.
Cabe preguntarse ¿de dónde ha salido ese espíritu crítico y revisionista de la transición? ¿Con qué prueba se afirma que aquello fue una chapuza? ¿Por qué se reivindica la exaltación pública de los héroes republicanos en defensa de los ideales democráticos? ¿Acaso se pretende no sólo reescribir la historia sino también ganar ahora, más de 70 años después, la guerra que se perdió entonces?
Detrás de todo esto, hay también una manipulación política.
Los antifranquistas sobrevenidos cometen, en primer lugar, la misma falta que denuncian, es decir, se olvidan o desprecian una parte notable de lo que realmente ocurrió por ejemplo las múltiples rehabilitaciones que los gobiernos de Suarez y González acordaron en beneficio de combatientes republicamos.
Surge un adanismo que ha propiciado y practicado el nuevo socialismo de ZP.
En fin, la obra no es perfecta, y si no se subsana no es porque no sea posible hacerlo, sino porque los grandes partidos no quieren abordarlo. Pero en lo tocante a las libertades y derechos civiles, es difícil encontrarle a la Constitución una tacha.
Otra causa que explica este movimiento me refiero al anti franquismo sobrevenido, está en el fracaso del proyecto  eurocomunista de Carrillo, se frustraron  muchas esperanzas, naufragaron muchos proyectos políticos y personales con efectos no siempre sanos.
Los comunistas españoles de entonces, cuyo sacrificio y presencia en el anti franquismo fueron evidentes, creían tener derecho, una vez llegada la democracia, a representar a la parte electoralmente más relevante de la izquierda, constituyeron una especie de socialdemocracia de nuevo cuño: masiva, respetable y pacifista… pero todo comenzó a venirse abajo el 15 de Junio del 77 cuando se conocieron los resultados de aquellas elecciones y se vio que era el Psoe y no Partido Comunista quien se había quedado con el santo y la limosna.
Muchos comunistas votaron al Psoe y a partir de ahí la sucesiva oleadas tomaron el camino hacia el Psoe dispuestos a sobrevivir en política sin cuestionar ni intervenir en los sucesivos bandazos que el Psoe ha protagonizado sobre todo desde la salida de González de la Secretaría General. Hay relevantes excepciones, claro está. Pero como dijo uno de ellos: queríamos comernos el mundo, pero nos hemos acabado aficionando a los percebes.
El naufragio comunista tras la caída del muro de Berlín y el consiguiente hundimiento  del sistema soviético dejó ruinas aquí y acullá y ese rescoldo, recibe hoy  el nombre en España de Izquierda Unida, se han acogido a un nombre prometedor, el de la izquierda alternativa. ¿Alternativa a qué o a quién? La respuesta resulta obvia: alternativa al sistema.
¡Qué palabra tan útil ésta de sistema!
P.D: seguiremos en otro momento. ¡Hay tantas cosas que saber!

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