lunes, 2 de enero de 2012

ALDEBARAN18

FASCISMO-ANTIFRANQUISMO.

J. Cabeza

Ser franquista hoy es un puro ejercicio de vacío, este régimen nació de circunstancias excepcionales y hubiera sido imposible fuera de ellas. Por tanto hoy no tiene sentido por las mismas razones ser antifranquista, no es mucho más sensato. Puede entenderse que hubiera antifranquistas cuando gobernó, pero ¿cuarenta años después de muerto?

Sentirse español es franquista nos dice los nacionalistas separatistas. Una compañera de corporación municipal llama fascista a otra compañera por pensar distinto. Un manifiesto comunista allá por los años treinta llamaba a los socialistas socialfascistas, a la CNT anarquista, anarcofascista. Según esto ¡todos somos fascistas! Claro está, quienes no se sientan comunistas y no comulguen con la religión soviética.

Los demócratas dejamos que cada cual viva en el siglo que quiera, ahora bien, dictaduras rotundamente ¡NO!

El mismo término fascismo lo hemos visto aplicado a los mandatos republicanos en Norteamérica, aquí en España, quienes dispensan la etiqueta son invariablemente voces de la izquierda radical que en realidad ejecutan un ejercicio de trasposición de la retórica comunista de los años treinta, a saber: todo lo que no es comunismo es fascismo. Han pasado intactas al repertorio demagógico de cierta izquierda. Hoy sobrevive, pero de forma muy banalizada, ejemplo cuando se habla de fascismo antitabaco o ese transeúnte que les llama fascista al guardia que le multa,“pobre guardia”.

Por encima y por debajo del discurso y sus servidumbres es que el fascismo apareció en Alemania e Italia como contención del comunismo.

Es curioso que hay quienes no les interesa la opinión de los mismos protagonistas, ejemplos: Largo Caballero en Junio de 1933 señaló que en España no había peligro de que se produjera ese nacionalismo exasperado de Alemania. Valioso testimonio, lo mismo expresaba Prieto. Araquistaín también negó en 1934 el peligro fascista y expresó: en España no existen cientos de miles de universitarios sin futuro, ni millones de parados, no existe un Mussolini, ni siquiera un Hitler, no existe ambiciones imperialistas, ¿a partir de qué ingredientes podría obtenerse el fascismo español? No puedo imaginar la receta.

Dentro del movimiento revolucionario, imputar a la derecha española fascismo, ofrecía ventajas sustanciales con vistas al objetivo, alejados de la tibia socialdemocracia, elevaba la combatibilidad de las masas, a las que hacían sentir un peligro fascista exportado. Este era el objetivo: neutralizar a la sociedad que se hubiera espantado ante una dictadura proletaria, suministrar la mejor justificación a la envestida insurreccional ya decidida. Un ardid político para aplastar a la CEDA y a la República misma.

Al llegar la República española, la consigna de la Comintern para el PCE era clara: luchar contra la democracia, guerra a la República. Tomen nota para comparar estas consignas con la ferviente proclamación democrática del PCE a favor de la República al producirse el alzamiento del 18 de Julio. Carrillo proclamaba que los obreros debían elegir Rusia. Los comunistas españoles estaban sometidos por la Comintern a una obediencia ciega, obligaba a cambios estratégicos y de tácticas que le fueran ordenados desde Moscú, la desobediencia significaba la muerte.

Cuando en el 1933 Hitler se impuso en Alemania, la Comintern viró y se olvidó de su cantinela socialfascista y anarcofascista para imponer “frente único”, el fin, incorporar a la masa obrera en el comunismo frente al fascismo alemán.

En el manifiesto de Marx y Engels leemos: toda opinión divergente será considerada no solo mala desde el punto de vista político, sino además falsa, por lo que no merece el menor respeto. El discurso de la izquierda radical nos plantea las cosas de una manera maniquea: quienes reprueben a la segunda república, es necesariamente un fascista, ego, para no ser fascista, callemos. Las enormes irregularidades y errores de la república, de las respuestas que se le den, dependerá mucho el destino de nuestras libertades.

En un foro de internet he leído este juicio; fíjense quienes son los antifranquistas más feroces al día de hoy: la ETA, los separatistas nacionalistas, la rama zapateril, numerosos estalinistas o estalinistas mal reciclados…todos juntos pretenden una segunda transición. ¿Qué puede salir de ella? Vale la pena pensarlo.

Para discernir hay que saber dónde se alimentan, leer las revistas del militante marxista da mucha idea de por dónde van, sus páginas están llenas de estas ideologías.

Franco sin que nadie lo discuta fue una dictadura anticomunista. En una situación de anarquía general, se subleva, la idea de algunos militares incluidos republicanos era: frenar la deriva revolucionaria del frente popular, desactivar los sectores más radicales de la izquierda e imponer el orden estricto en la calle y después sólo después de todo eso, retomar a la legalidad. Pero Franco al ganar retuvo el poder cuarenta años, desde la perspectiva democrática es criticable que el régimen no se preocupara por establecer cauces para la participación política de los ciudadanos.

Desde una perspectiva comunista y una rama socialista se podrá censurar a Franco por haber frustrado la revolución a lo soviet, dictadura proletaria o comunismo libertario; tal era lo enfrentado. Pero cabe preguntarse qué sistema hubieran impuesto en España estas corrientes también enfrentadas entre ellas de haber vencido en el 1939.

Cabe preguntarse si una sociedad que acababa de vivir semejante marea revolucionaria desde 1934 al 36, habría aceptado. Todas pueden ser sometidas a discusión,  ¡ojo! La hipocresía es tal, que sólo por proponerlo, claro está, el discurso te pueden tachar de fascista. Hay que tener la mente y la firmeza de convicciones demócratas porque hay quienes tienen una particular visión de la democracia.

La legalidad se desmanteló desde las propias instituciones republicanas, por el gobierno del frente popular e incluso antes del 36.

Esta descabellada operación de ZP de retrotraer el debate público ya no a 1978, sino al 1931, de Largo Caballero a ZP, en conciencia y democráticamente da para quienes estudian la historia lanzar ciertas preguntas, si hacemos el ejercicio de apartar por un momento las ideologías, cojamos los manuales de historia, documentémonos y preguntémonos, ¿derrotó Franco a la democracia o a una revolución? ¿Fue irregular la propia proclamación de la República? ¿Fue irregular el hecho que no se dejara gobernar al parido que ganó las elecciones en 1933? ¿Fue irregular que, pese a todo, la oposición de izquierdas fuera a la revolución en el 34 contra el gobierno legítimo? ¿Fue irregular que esas mismas fuerzas sediciosas pudieran concurrir libremente a las elecciones en Febrero de 1936? ¿Fueron irregulares estas elecciones, dónde se hicieron con numerosas actas para alterarlas o no computarlas y dónde no se pudo hacer el cómputo y se dio por válido ganador el frente popular, como ya nadie niega y Prieto y Alcalá Zamora reconoció? ¿Fue irregular que el propio Parlamento se cruzara amenazas de muerte y que la policía del Gobierno las consumara, asesinando al líder de la oposición?

Los que saben de historia, aquí tienen un ejercicio de demócratas, de reflexión honradas o de negar ideológicamente lo que no interese.

La inmensa mayoría de ciudadanos sencillos sin convicción política, que asistieron a la guerra como el que sufre una calamidad, para ellos la evidencia de la revolución, como de la guerra, se presentaba como un mismo fenómeno. Es asombroso que esto que lo vieron con claridad Ortega y Gasset y Unamuno, pretenda camuflarse bajo miradas retrospectiva más mitológicas que históricas.

Ni derechas ni izquierdas actuales pueden identificarse con las de entonces. Cuanto más se habla de memoria, menos se habla de historia; con ello no tratan de cerrar la Guerra Civil, sino darle la vuelta. No se trata de lo que hay que saber tanto como lo que hay que creer, y quien se salga del credo, es fascista o franquista, y los responsables políticos aficionados a preverse de legitimaciones históricas infundadas, impulsan el conflicto con claros acentos de venganza y revancha, y esto, se hace por Ley y desde el poder; estas armas las suele cargar el diablo. Estamos en el camino más rápido posible hacia el delirio colectivo, como lo encaremos será el futuro de nuestra maltrecha democracia.

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